Desarrollo sostenible y cultura

En el Alto San Juan (Parte 1)

RESUMEN

Los procesos económicos en el Alto San Juan, están determinados por decisiones tomadas en marcos culturales en los cuales los grupos tradicionales y campesinos construyen sincréticamente formas híbridas de existencia de acuerdo con su propia historia y la disponibilidad de recursos existentes en el territorio. Así, alternan diferentes sistemas de producción que los enmarcan o introducen en diferentes esferas de adscripción social y económica: lo local, lo zonal, lo regional, lo nacional y lo transnacional; cada uno con una racionalidad específica, incidiendo de una manera particular, de acuerdo con el sistema de producción dominante, sobre el medio ambiente.

Los rasgos de la sociedad y la cultura que inciden en la toma de decisiones de tipo económico pueden ser develados y potencializados en una estrategia coherente, que respete las especificidades zonales y grupales y que busque al mediano y largo plazo el desarrollo sostenible para la región.

ABSTRACT

The economic processes in the upstream San Juan river, are determined by decisions taken in cultural frames in which the traditional groups and peasants build in hybrid forms of existence according with their own history and the availability of resources in the territory. In this way, they alternate different production systems that introduce them in different social and economic groups: local, zonal, regional, national and transnational; each one with a specific rationality, impacting in a particular way, in agreement with the system of dominant production over the environment.

The features of the society and culture that impact the economic decision making can be revealed and strengthened in a coherent strategy that respects the regional and group specificities and that looks for the sustainable development of the region.

INTRODUCCIÓN

El Río San Juan, a su paso por el departamento de Risaralda, alberga en su accidentada cuenca, un sinnúmero de poblaciones humanas de variada composición social y cultural. Esta región natural – Cuenca alta del Río San Juan – hace parte del denominado Chocó Biogeográfico, la segunda zona en el mundo, luego del Amazonas, en riqueza y diversidad biológica. Allí grupos Embera, comunidades negras y población mestiza han conformado territorios diferenciados e implementado sus sistemas de producción, de acuerdo con su propia especificidad cultural y socioeconómica.

A pesar de la acción que por décadas ha ejercido el Estado, sus agentes y las misiones, sobreviven en la región construcciones culturales muy importantes que se diferencian claramente de la sociedad nacional como es el caso de los Embera; de manera menos estructurada, pero con elementos muy propios las comunidades negras y por último desarrollos culturales regionales del grupo mestizo frente a la construcción sociocultural que los contiene.

Esto determina que la racionalidad que expresa la actuación económica de cada uno de los individuos de la cuenca, sea híbrida y esté mediada por diferentes esferas de inclusión o exclusión a los paradigmas de actuación económica, social y cultural propuestos: la Región como escenario de las propuestas modernizantes del Estado y la sociedad nacional; y el Territorio como escenario de la particularidad cultural, de la construcción conceptual, tecnológica y de actuación propia: ser Embera, negro o “paisa”. En este sentido, las decisiones económicas se toman de acuerdo con los procesos históricos, sociales y económicos propios expresados en relación con la posición del individuo en el Paisaje. Es decir; la racionalidad económica en la toma de decisiones tiene su expresión espacial en el paisaje en relación con la posición de este en el ámbito del territorio y de la región.

La racionalidad económica que subyace a cada uno de los sistemas de producción expresados en la región es indicativa de los procesos de cambio cultural, de aculturación y mestizaje y de los procesos de marginamiento, exclusión, inclusión o integración que han sufrido los diferentes sectores de la población.

Por ello, las decisiones de tipo económico y la racionalidad de cada uno de estos sistemas a veces son compatibles y otras veces contradictorias con los discursos y posiciones que asumen las comunidades frente a los problemas de conservación y el desarrollo sostenible. La toma de decisiones obedece a circunstancias multicausales que sólo es posible entender en el marco del territorio, de la etnia y del paisaje que ocupa, de su situación local y además, de las actuaciones del conjunto de las personas que conforman la región natural.

LOS SISTEMAS DE PRODUCCIÓN

En la actualidad, en la región se observan diez sistemas de producción / reproducción, con particularidades y diferencias notorias de acuerdo con quien lo practique, estos se pueden agrupar en:

Sistemas tradicionales: típicos de las comunidades negras e indígenas.

Sistemas agropecuarios: practicados por los tres grupos pero con diferencias a cada uno de ellos

Sistemas basados en mano de obra: tanto los que se fundan en el empleo como los de extracción de recursos, practicados también por los tres grupos y con especificidades claras de acuerdo con la étnia.

Los sistemas de producción tradicionales, especialmente los de los grupos indígenas y negros, son el resultado de un profundo conocimiento de los ecosistemas y de una actuación más o menos acorde con la fragilidad de la zona. Como tal fueron construidos bajo condiciones ecológicas (presencia de grandes extensiones de selva), territoriales (acceso a grandes porciones de tierra por familia), demográficas (bajos niveles de población y gran dispersión), económicas (economía de orientación al autoabastecimiento) y culturales particulares (identidad y construcciones culturales fuertes, baja presión al cambio).

En la actualidad estos sistemas tradicionales se presentan inadaptados en relación con las nuevas condiciones ecológicas (destrucción y empobrecimiento masivo de bosques y reducción de coberturas naturales hacia sitios inaccesibles), demográficas (incremento de la población propia y la de los demás grupos), territoriales (posesión de mucho menos de la mitad de tierras que hace unas décadas por parte de negros e indígenas y expansión del grupo mestizo), económicas (predominio de la orientación al mercado) y culturales (procesos notorios de pérdida de la cultura y mestizaje).

Bajo estas características y la tendencia de su permanencia, los sistemas de producción tradicionales se perfilan como insostenibles2 hacia el futuro en contraposición con los sistemas de producción agropecuario que, dependiendo de la particularidad del grupo (negros, mestizos o indígenas), presentan mejores adaptaciones a las condiciones demográficas, territoriales, económicas y culturales, más no tanto en relación con las condiciones ambientales de la región.

Los sistemas de producción agropecuaria de no corregir sus impactos al medio ambiente muy seguramente se perfilaran como insostenibles al corto y mediano plazo.

Los sistemas de producción cuyo aspecto central se funda en la utilización de mano de obra presenta graves inconvenientes en el presente y aún más hacia el futuro por la inestabilidad de los mercados laborales en unos casos, que conllevan a la incertidumbre en el ingreso, base de su seguridad alimentaria. En otros casos, la mano de obra asociada con la extracción de recursos naturales se presenta como un círculo vicioso de marginalidad, bajo nivel de vida y grave deterioro ambiental, que deben ser intervenidos si no que quiere llegar a un colapso social, económico y ambiental entre estos sectores.

A pesar que este análisis sugiere la ineficiencia de los sistemas de producción tradicionales frente a sistemas de mejor adaptación a las condiciones socioeconómicas y territoriales, esto solo demuestra la temporalidad de las formulas culturales frente a los fenómenos de interculturalidad, modernidad y expansión o reducción territorial, no la supremacía o prevalencia de los sistemas de producción de orientación al mercado. En este sentido muy seguramente un análisis posterior determinará la eficiencia o ineficiencia socioeconómica y cultural de los sistemas que hoy se perfilan como los mejores adaptados.

A pesar que los sistemas económicos en la cuenca presentan una tendencia creciente a su inserción al mercado, este factor aumenta la vulnerabilidad de la producción y la seguridad alimentaria de las familias al constituirse en un factor desequilibrante debido a las fluctuaciones tanto de la demanda como de la oferta, presentándose frente a los mercados una participación marginal y no estructural que hace muy vulnerable la economía.

IDENTIDAD CULTURAL Y RACIONALIDAD ECONOMICA, UNA CLAVE EN LA BUSQUEDA DE LA SOSTENIBILIDAD

La Región

Es claro que en la actualidad pocos son los grupos humanos, por no decir ninguno, que está aislado de otros grupos humanos distintos o que no ha sido incluido en formaciones nacionales, sociales y económicas mayoritarias. El Alto San Juan ha tenido una historia bastante dinámica marcada en el presente siglo por procesos de contacto cultural continuos y por oleadas de exclusión y asimilación, marginamiento e integración que han forjado un panorama sociocultural complejo.

Bajo la premisa de un trato igual para todos, un impulso modernizador busca sacar a los grupos étnicos del estado de aletargamiento socioeconómico (y por ende cultural) en el cual han estado sumidos para poder superar los obstáculos por medio de los cuales se accede al “desarrollo”. Esta modernización se refiere básicamente a usos más intensivos de la tierra, construcción de obras de infraestructura que permitan acceso a los mercados, mayor capacidad de consumo fundamentalmente por un manejo más amplio de dinero, integración a la dinámica económica regional, nucleación de los poblados para acceso a servicios públicos y acceso a la educación oficial y a los medios de comunicación (señal de televisión) entre otros. Así un impulso modernizador es asimismo un intento homogenizador que permite bajo una sola estrategia socioeconómica atender a toda la población, sin discriminación alguna.

Así, el grueso del grupo – ya sea indígena, negro o mestizo – trata de adecuarse a las exigencias del Estado que recompensa la intención modernizadora del grupo con una mayor afluencia de proyectos, materiales, insumos agroquímicos, asesoría y demás subsidios. Una respuesta baja del grupo (así sea sólo alguno de sus sectores) a los intentos modemizadores implica desatención por parte del Estado, discontinuidad o abandono de los proyectos y las donaciones y, lo que es peor, una sanción social y una pérdida de estatus frente a los demás grupos de la región, que se traduce, como lo veremos más adelante, en un estigma social con el cual debe cargar el individuo y que genera consecuencias socioeconómicas.

Para el presente, en el Alto San Juan, asistimos a unos fenómenos de contacto interétnico permanente, un proceso modernizador en marcha y, especialmente, a unas condiciones de cambio tanto del medio biofísico como de los grupos que en su afán de perpetuarse en el territorio han tenido que adecuarse, sobre la marcha, a las nuevas exigencias que impone la sobrevivencia y a los nuevos valores sociales, culturales y económicos que se construyen en la interacción. De esta manera,

“En su afán de participación en sistemas sociales más amplios que les permitan obtener nuevas formas de valor, (las elites de los grupos étnicos) tienen a su elección las siguientes estrategias básicas: 1) pueden tratar de introducirse e incorporarse a la sociedad industrial y al grupo cultural preestablecidos;

2) pueden aceptar su status de “minoría”, conformarse a éste e intentar reducir sus desventajas como minoría por una concentración de todas sus diferencias culturales en sectores de no articulación mientras, por otra parte, participan en los otros sectores de actividad del sistema mayor del grupo industrializado; 3) pueden optar por acentuar su identidad étnica y utilizarla para desarrollar nuevas posiciones y patrones que organicen actividades en aquellos sectores que, o no estaban presentes anteriormente en su sociedad\ o no estaban lo suficientemente desarrollados para sus nuevos propósitos. ”

Barth, F. Pg.42

En términos generales podríamos afirmar que en la cuenca los tres grupos (negros, indígenas y mestizos) han optado por alguna de estas salidas ante los problemas de contacto cultural o de exclusión:

Los Mestizos

A los mestizos, más que catalogarlos como un grupo étnico podríamos diferenciarlos como un grupo satélite de la sociedad nacional, es decir, que comparte entre otros rasgos la lengua, la religión, instituciones socioeconómicas y marcos jurídicos y políticos con el resto de la sociedad mayoritaria, guardando ciertas especificidades regionales. De esta manera, podríamos decir que estos habitantes de la cuenca, descendientes de colonos y migrantes, han optado por la primera estrategia cuando la exclusión y el marginamiento a que ha estado sujeta la región por décadas ha sido un obstáculo para el acceso a los mercados, el mejoramiento de la calidad de vida y en general, para la integración a la nación y a la sociedad mayor. Según Barth, los grupos que tienen éxito con esta primera estrategia

“… se verán privados de su fuente de diversificación interna y habrán de subsistir, probablemente, como un grupo étnico mal articulado, conservador culturalmente y con un rango muy inferior en el sistema social mayor que lo contiene ”.

Idem.

En el caso de los mestizos de la cuenca, su interés de integrarse a la sociedad y a la economía de la nación los ha llevado a una homogenización bastante notoria tanto desde el punto de vista de la cultura, como de la economía y la sociedad. A pesar de constituirse en un grupo de gentes y culturas de diversas regiones, se presentan bastante homogéneos en su conformación socioeconómica y cultural, tradicionalistas y conservadores en ciertos aspectos culturales como las expresiones religiosas, la composición de la familia y las normas de comportamiento público y en general, como gran parte del campesinado colombiano, se integran a la pirámide social en sus estratos más bajos debido al estatus social que adquieren estos grupos periféricos frente a los órdenes sociales mayores establecidos.

A pesar que nos referimos a ellos como un grupo, socialmente aparecen fragmentados y poco cohesionados, sus mayores vínculos se dan de manera muchas veces impersonal a través de las fuerzas laborales o del mercado. Su típica orientación al mercado genera en la mayor parte de los casos competencias entre productores y pocos lazos de cooperación y solidaridad eficaces.

Desde el punto de vista económico entonces, esta integración a la sociedad mayor hace que el grupo trate de manera creciente acoplarse a las demandas del mercado, oriente su producción a la generación de excedentes comercializables y, trate de obtener a través de sus actividades económicas, el dinero que le permita tener el consumo que desde los marcos compartidos con la sociedad nacional se perfilan como los óptimos o indicadores de calidad de vida. La inserción al mercado permite entonces romper con el aislamiento y la marginación a la que se han visto sometidos en algunas décadas, asimismo capta la atención de las entidades y el Estado a nivel regional que en términos generales propicia una modernización de la región: vías, obras de infraestructura, servicios públicos, adquiriendo además un mayor estatus social que a nivel regional se traduce en un reconocimiento por parte de los grupos étnicos y en modelo de desarrollo para el resto de los pobladores.

Las Comunidades Negras

La gran despensa de recursos naturales que ofrecía el pacífico finalmente fue la puerta para una integración creciente de los pobladores y los territorios negros a la economía nacional, creándose un influjo de gentes, costumbres y estrategias económicas nuevas que forman ya parte de los paisajes de la región. Las comunidades negras del Alto San Juan no se sustraen a esta situación y lo que en principio se constituyó en una extracción de recursos maderables hoy se perfila como un proceso dramático de cambio cultural, social, económico y territorial.

Siguiendo la tesis de Barth, el grupo negro en la zona ha optado básicamente por la segunda estrategia: ha generado, frente al Estado y la sociedad mayor una respuesta positiva frente a la modernización planteada de tal manera que la educación, la apertura a los mercados, la asimilación de la religión católica y en general, una identificación con las aspiraciones e ideales de la sociedad mayoritaria son las estrategias con las cuales el grupo se integra en la vida regional y nacional.

A nivel del grupo étnico, la permanencia de tradiciones tan fuertes y vivas como los ritos fúnebres, las fiestas, las obligaciones entre parientes y algunos aspectos de la música y la danza tradicional se conservan a nivel de las relaciones intraétnicas y de la vida cotidiana. De acuerdo con esto,

“Una aceptación general de la segunda estrategia impedirá el surgimiento de una organización poliétnica notoriamente dicotomizada y -en vista de la diversidad de la sociedad industrial y de la consecuente variación y multiplicidad de los campos de articulación- conduciría, probablemente, a una asimilación final de la minoría. ”

Idem

En términos de las implicaciones económicas que tiene el asumir esta estrategia vemos como el grupo negro se ha ido transformando tanto en sus estructuras sociales y económicas como en la forma de asumir la territorialidad. Una de sus estrategias de inclusión se ha constituido en un fenómeno de “avanzadas” hacia el interior del país. De esta manera, muchas familias venden sus tierras y se instalan definitivamente en las ciudades y centros urbanos, haciendo parte en muchos casos de asentamientos subnormales y barrios marginados de la ciudad, acrecentando el influjo de gentes en el sector informal de la economía y, en general, haciendo parte de los estratos sociales más bajos.

Con la instalación de las familias en las ciudades, los parientes cuentan con una base de cooperación y solidaridad en caso de que algún miembro de la familia decida buscar mejores horizontes. Así el mantenimiento de los lazos y obligaciones entre parientes se extiende a las ciudades y se convierte en el mecanismo por el cual los parientes del área rural pueden adentrarse al territorio de la sociedad mayoritaria.

Esto también lleva a pensar que el grupo negro se acerca cada vez más a una asimilación definitiva a la sociedad mayor, las fronteras étnicas y culturales que los separan son cada vez más difusas, perdiéndose al largo plazo la vinculación con el territorio original y perdiendo vigencia una serie de practicas culturales identitarias como ritos fúnebres, danzas, fiestas que en el contexto de la ciudad no encuentran un referente más que como piezas del folkclor regional.

Retomando el plano económico, esta estrategia de inclusión ha generado cambios profundos en la orientación de la economía y la sociedad y a pesar del mantenimiento de ciertas tradiciones y costumbres de uso y manejo de recursos naturales, éstos han sufrido una serie de cambios con respecto a la valoración y al lugar económico en los sistemas de producción/reproducción, conformándose entonces en elementos de articulación con la sociedad industrial. Así entonces, el suelo, la flora y la fauna son medios que posibilitan la articulación a los mercados y la mano de obra un servicio que demandan los mercados laborales permitiendo así una mayor integración a la sociedad, una modernización a través de infraestructura necesaria para la economía regional y nacional y el acceso a nuevas formas de “valor” social que permiten romper con la exclusión y el marginamiento.

Los Indígenas

El grupo indígena, en términos generales ha optado por acentuar su identidad étnica y tratar de tomar partido de esta posición. La implementación de esta tercera estrategia, siguiendo el planteamiento de Barth, ha generado

muchos de los movimientos interesantes que hoy pueden observarse (en América Latina y el mundo,) y que van desde el nativismo, hasta la creación de nuevos estados

Ibid.

Los indígenas Embera que hoy habitan territorio del Alto San Juan llegaron a la zona probablemente huyendo de los Españoles que en la Conquista, y más tarde en la Colonia, buscaban someterlos. A finales del siglo pasado y principios del presente la llegada de grupos negros acentuó esta estrategia, asentándose los negros en las partes más bajas y en las partes medias y altas los indígenas. De esta manera, la estrategia de huida sirvió para marginarlos del desarrollo de la nación y para poder lograr el mantenimiento de una cultura propia.

Pero los procesos de colonización, la apertura de vías y en general el aumento de la población generaron un proceso creciente de contacto cultural que llevó a una pérdida de cultura y de territorio del cual aún no se recupera el grupo. En los 70’s, animados por los movimientos campesinos e indígenas que se gestaban, el grupo Embera de la región inició un proceso de reivindicación étnica y cultural que ha permitido la recuperación de una franja importante de su territorio y, especialmente, una renovación de sus instituciones políticas y sociales bastante deterioradas por la aculturación, el mestizaje y las practicas etnocidas que desde el Estado y la sociedad mayor se gestan.

A pesar de ello, la recomposición cultural ha sido difícil pues a pesar de que todavía siguen vigentes una serie de practicas y costumbres, el panorama socioeconómico regional, la estreches territorial, el contacto intercultural continuo y creciente y, especialmente, los cambios ambientales ocurridos en el territorio, han hecho que la cultura ya no sea un modelo operativo de relación y acción para las situaciones nuevas no contempladas en las viejas construcciones culturales.

Pero esta reivindicación étnica, contrariamente a lo que podría pensarse, ha ocasionado una mayor integración a la nación y a la sociedad mayor que a la luz de las luchas étnicas, ha reconocido los derechos y el aporte de las minorías al desarrollo y conformación del país. Así, las instituciones de gobierno tradicionales de los indígenas son reconocidas como Entidades de Derecho Público Especial adscritas al aparato estatal con poder jurisdiccional, los territorios indígenas (por ahora los resguardos) reciben transferencias de la nación para ser invertidas por las autoridades indígenas en el desarrollo de sus territorios y se han abierto innumerables espacios de participación en órganos de planeación, municipal y departamental, en juntas escolares, servicios de salud, etc.

Esto ha llevado a que las gentes tengan que prepararse para enfrentar los retos que implica asumir los espacios conquistados en su calidad de grupo étnico, ayudando de esta manera a la recomposición de su vida social y política y generando nuevas formas, menos desiguales, de participación en sistemas sociales más amplios.

Pero detrás de las conquistas étnicas y de las reivindicaciones culturales, la modernización de la región y el acceso al modelo de “desarrollo” de la nación siguen perfilándose, bajo un discurso del respeto por la diferencia, como una tendencia imparable. A pesar de los elocuentes discursos sobre lo propio, lo indígena y lo tradicional, las carreteras, los mercados, las escuelas y hospitales se constituyen en un punto clave de aspiración étnica y en la forma concreta de articulación con la sociedad nacional. Ahora la defensa de la integridad cultural, de los derechos humanos y étnicos se justifican también desde la necesidad de computadores, faxes y despachos privados para las autoridades tradicionales.

En el plano económico entonces la tradición y la reafirmación de lo propio se expresa en el mantenimiento de practicas agrícolas y de manejo del territorio, en la conservación de practicas sociales de cooperación y alianza económica, en la utilización de variados recursos genéticos y en términos generales, en el mantenimiento de los niveles de subsistencia en la producción. Pero así mismo, Io$ cambios sufridos por los paisajes, la intervención en ascenso de las entidades y el Estado, los procesos de aculturación y mestizaje, la reducción del territorio y el crecimiento de la población son factores a los cuales se enfrentan los indígenas a diario y que constituyen elementos de su toma de decisiones económicas.

De esta manera entonces, la aceptación de sus diferencias culturales y la estrategia de sacar partido de su condición de minoría los empuja a un proceso de integración a la sociedad nacional y al Estado que los lleva por un lado, a reafirmarse en algunos aspectos de su identidad y su tradición como son la lengua, algunas practicas curativas, sus elaboraciones cosmogónicas, las reglas sociales, y, por el otro, a construir nuevas estrategias comunitarias que posibiliten recuperar un gobierno propio a través de Cabildos locales y zonales, participar de los beneficios del Estado y en las esferas de actuación ciudadana y lograr reproducirse como etnia en condiciones de interculturalidad y contacto creciente.

A pesar que a nivel departamental, nacional e internacional los indígenas han adquirido un nuevo estatus y han conquistado valiosos derechos y reconocimientos, la historia regional, la vida cotidiana y la configuración socioeconómica en el municipio y la cuenca siguen su dinámica y es así como a pesar de todo ello, los indígenas continúan siendo el sustrato más bajo de la pirámide social local. La adquisición de mayor estatus por fuera de la región ha logrado un acrecentamiento del conflicto interétnico tanto con mestizos como con comunidades negras, una mayor segregación local y en general, sanciones socioeconómicas que afectan a los individuos en el momento de acceder a los espacios locales y regionales de interrelación e integración social.

EL TERRITORIO

Las acciones de los individuos se ubican como parte de un sistema coherente y, además, como formas válidas de actuar en una sociedad. Así, el individuo actúa en la medida que ella adquiere un sentido social y ese sentido esta dado por la vigencia de la cultura. Para Geertz la cultura y la sociedad están formadas por estructuras sobre las cuales los individuos se mueven y obran con sentido. Estas estructuras tienen entre si interrelación, pero cada una de ellas es relativamente autónoma. El grado de equilibrio de la sociedad se presenta por un mayor o menor ajuste entre la actuación de la sociedad y los contenidos de la cultura de tal manera que un grupo en tanto actúa en concordancia con sus significados culturales genera un equilibrio social. A medida que los significados culturales no expresan o explican las actuaciones sociales nos encontramos enfrentados a crisis o inadaptaciones culturales.